Mis pintores Retrato, Autoretrato y retratos imaginarios, por Federico Fernández Díez. Ateneo Cultural El Albéitar, León

Mis pintores Retrato, Autoretrato y retratos imaginarios, por Federico Fernández Díez. Ateneo Cultural El Albéitar, León

2010-11-05, 12:00 h

Salas de exposiciones Ateneo Cultural «El Albéitar»
Horario: de lunes a viernes, de 12 a 14 h. y de 18:30 a 20:30 h.

Esta serie de pinturas comienza a partir de un trabajo de recreación de los múltiples autorretratos de Van Gogh, que me llevó a explorar y recrear los retratos y autorretratos de aquellos pintores que más me han interesado. El objetivo nunca fue la mera copia, ni siquiera la transformación, el objetivo siempre ha sido la investigación de los procesos creativos. El Misterio Picasso, como tituló su película Henri-Georges Clouzot en 1956 ya no es tan misterioso después de analizar su obra, recreándola, como tampoco lo es el febríl impulso de Van gogh.

ffd_mis_pintores

«De Van Gogh a Picasso» era el título de la primera exposición que se ha completado con nuevos retratos, hasta concluir en el retrato imaginario de Saura que rompe con la línea de estilo aplicado en toda la serie.

Con Saura el retrato imaginario resulta, en primera instancia, de aplicar un truculento exorcismo a los ya deformes pero estructurados retratos picasianos: Satanás se revuelve en ellos resistiéndose a abandonarles, desleyendo sus faces y emparentándolos con los rostros viscosos y truculentos que surgen como apariciones de ultratumba en los grabados goyescos de los «Disparates», en que los rostros parecen generarse como lava desparramada. El perro de Goya también es retratado por Saura, y en otras versiones se convierte en retrato imaginario de Goya.

Goya está en el trasfondo y en el origen de esas transformaciones expresionistas de Picasso y, en mayor medida, en la transformación que Saura hace de Picasso, quien sin duda alguna es su punto de partida.
He intentado mostrar con esta serie que las representaciones más modernas y extravagantes no son fruto del azar y que responden a una evolución y a una transformación voluntaria de nuestro arte más propio y tradicional. Goya está presente en Picasso: siempre dijo que le hubiera gustado saber qué pensaría Goya de su «Guernica». Saura no existiría sin el viejo Picasso.

Goya, Velázquez y el Greco están en el ADN de la pintura española. El Goya de las pinturas negras y los grabados, y el Greco del «Caballero de la mano en el pecho», «el caballero oscuro»¨ que fue criminalmente restaurado, desproveyéndole del tenebrismo hispano que le convirtió en referente de nuestro arte. El Cristo que Goya pintó para su evaluación académica estuvo muchos años expuesto a la luz y ennegreció, mejorando notablemente; cuando le dijeron a Goya que por qué no lo restauraba respondió «el tiempo también pinta» y eso es lo que no han comprendido quienes han mandado «colorear» al caballero oscuro.
«El caballero de la mano en el pecho», el auténtico, el pintado por el tiempo, fue transformado por Clavé, «Las meninas», por Picasso, y los Picassos por Saura, y yo he intentado descubrir aquello que los une y los separa para, al recrearlos, hacer consciente el vínculo que liga la vanguardia con la tradición y el arte del pasado. Los autores citados de la vanguardia han hecho pintura española genuina, a pesar de que todos ellos vivieron y pintaron en Francia.

A través de su obra se percibe el sentimiento trágico de la vida, que diría Unamuno, y sus secuelas: el esperpento y el humor negro, características que nos son propias (para bien o para mal) y que forman parte de nuestra esencia.