La Dra. Mercedes Briones, investigadora y educadora asociada a la Fundación Universitaria Iberoamericana (FUNIBER), junto a otros investigadores, aborda aspectos poco estudiados de la dieta mediterránea para desarrollar una versión mejorada y ampliada de la misma.
La dieta mediterránea ha sido objeto de atención científica, social y comercial en las últimas décadas, debido a sus probados efectos positivos en la salud y sus reconocibles sabores. Investigadores de todo el mundo han estudiado los patrones dietéticos y han llegado a conclusiones consistentes sobre sus beneficios. Pero, ¿qué define realmente esta dieta y cuáles son sus aspectos clave más subestimados? Con el objetivo de comprender a fondo esta forma de alimentación y su posible adopción global; esta investigación analiza las características tradicionales para desarrollar una versión mejorada y ampliada de esta dieta saludable.
Aunque existen múltiples puntuaciones dietéticas que resumen el contenido nutricional de una dieta de tipo mediterránea, hay varios aspectos cruciales que a menudo pasan desapercibidos. El consumo de alimentos integrales es uno de ellos. Pese a que la dieta mediterránea incluye una variedad de granos enteros, este factor no recibe la debida atención. Además, otros alimentos como las legumbres, los frutos secos, las semillas, las hierbas y las especias en la dieta en cuestión también pasan desapercibidos, a pesar de su aporte nutricional.
Es fundamental hacer notar que en la región mediterránea se consumen regularmente huevos y productos lácteos, aun cuando actualmente se busca la eliminación de las grasas dietéticas. Por otro lado, esta dieta incluye el consumo de vino tinto, sin embargo, existe la tendencia de generalizar el consumo del alcohol sin especificar la ocasión y la intensidad. Investigar patrones de consumo de alcohol de manera precisa es crucial para entender cómo este factor contribuye a los beneficios para la salud asociados a la dieta mediterránea.
Otro de los aspectos subestimados es el método de cocción. La simplicidad y la variedad inherente de los métodos de cocción típicos de la dieta mediterránea permiten potenciar el sabor de los alimentos y preservar mejor los nutrientes.
Considerando estos aspectos se busca una mirada más profunda hacia los alimentos que se consumían originalmente. Estos alimentos solían ser locales, mínimamente procesados y conservados con métodos más naturales como la fermentación, todos estrechamente conectados con el territorio y provocando un impacto limitado y controlado en el medio ambiente.
El gran desafío está en utilizar este conocimiento para crear una versión “planeterránea” de la dieta, basada en los reconocidos aspectos nutricionales, pero también en aquellos que se han subestimado, para promover una alimentación saludable y sostenible en todo el mundo. Al entender y adoptar estos aspectos infravalorados, se podrían potenciar aún más los beneficios de la dieta mediterránea y contribuir al bienestar individual y colectivo de los seres humanos.
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